Acción Participativa llevada a cabo en La facultad de Bellas Artes con el motivo de hacer visible la no aprobación del anteproyecto de la  nueva ley de aborto, en Madrid, 2014.

Llevamos a cabo esta acción/performance en el jardín de la facultad de Bellas Artes (UCM) dirigida a la sociedad en general y a las mujeres en particular. En ella abordamos uno de los temas más polémicos y discutidos dentro del arte feminista, el activismo y de la sociedad en general: el aborto. Este tema y las cuestiones de quién debe o no decidir sobre ello, es algo bastante controvertido y son múltiples los debates que se generan a su alrededor.

A principios de 2014, el gobierno del PP, con Gallardón al mando del Ministerio de Justicia y respaldados por la Iglesia Católica, aprobó un ante- proyecto de Ley del aborto, que impedía llevarlo a la práctica, salvo dos supuestos: riesgo para la mujer y violación. Se trataba de una de las leyes de aborto más restrictivas de la democracia. Fue en este momento cuando presentamos esta acción como protesta contra dicha ley, ya que, consideramos que las decisiones en torno a este tema, las debe tomar siempre la mujer y no deben estar condicionadas por política, ni religión. Cabe destacar que al final, y afortunadamente, dicha ley no se aprobó.

La acción consistió en reunir a un grupo de mujeres y hombres. Todos ellos decidieron individualmente una frase con la que se sentían identificados, como grito o lucha ante un tema con el que estaban en desacuerdo, principalmente defendiendo el derecho de las mujeres a decidir y entre todos se pintaron los vientres. Todos los participantes se pusieron en círculo y se unieron los ombligos a través de un cordón rojo, como ese enlace entre la madre y el hijo (aludiendo de este modo al cordón umbilical). Mediante unas pinzas de tender la ropa (objeto que alude a una actividad que durante mucho tiempo ha sido atribuída a la mujer) se ataban, entre participante y participante, unos textos. Éstos eran pequeños fragmentos de la ley del aborto, noticias o citas extraídos de periódicos y publicaciones en torno al tema,  realizadas por defensores acérrimos a esta ley, miembros del Partido Popular, o importantes cargos de la Iglesia Católica. La performance daba comienzo en el momento en el que una de las participantes descolgaba esos fragmentos de texto del cordón rojo, lo leía en alto y lo rompía, así se daba paso a que paulatinamente otros participantes hicieran lo mismo que ella.

Debido a su implicación como activistas, las artistas feministas nos encontramos fundamentalmente preocupadas por la efectividad de nuestro trabajo. La colaboración entre artistas y con el público, es una práctica imprescindible.

El activismo artístico (artivismo) tiene importancia al estar ligado al espacio público y tratar temas de denuncia social. Se convierte, por así decirlo, en herramienta para visibilizar un problema, lanzar un mensaje protesta contra lo establecido, concienciar sobre ello a toda la gente que pase por el espacio público o que participe en la acción.

De esta manera, el artista como activista se convierte en catalizador para el cambio. La práctica artística se contextualiza en espacios públicos, donde cualquier persona se convierte en participante activo. Para que esto pueda ser llevado a cabo de manera correcta, el artista debe actuar en colaboración con la gente.