Acción Participativa para el enriquecimiento intercultural realizada en el distrito de Arganzuela, Madrid en 2014.

“Cultura es el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial en una época o grado social”

El proyecto  consistía en abrir un espacio colaborativo y de reflexión social en torno a la diversidad cultural, la identidad, las experiencias y el diálogo entre los vecinos y transeúntes.

Se tomó como modelo formal  o soporte  de la pieza el tendedero, un objeto común y familiar que diese pie a los viandantes a participar en la obra. Las intervenciones artísticas se plasmaban en los pequeños retales de tela, siendo las intervenciones las  propias de cada individuo y cultura, por lo tanto se convertían en meros creadores de la pieza global y productores activos de la misma, en un espacio donde compartir ideas culturales creando así un diálogo permanente.

Durante la acción, se vivieron instantes para recordar a seres queridos. Otros optaron por compartir sus intenciones de futuro o el momento que estaban viviendo. Al igual que se plasmaron críticas que abordan temas políticos tales como el aborto y el descredito hacia los dirigentes. Incluso la lectura de las aportaciones ya dadas creaban un diálogo con nuevos mensajes relacionados con los anteriores. Coloquios escritos y hablados, pues nacían de la acción conversaciones con los participantes y estos con otros.

A través de la acción artística in situ y la participación, se invitó a promover una cohesión social y crear vínculos comunitarios con los participantes, donde se producen diversos intercambios culturales, rechazando así la exclusión y la discriminación.  Se fomentó el respeto, la producción cultural en grupo y la aceptación multicultural para generar comunidad a través del arte contemporáneo.

Fruto de la acción y de la reflexión, es decir de la praxis comunitaria,  se requirió a los otros en la construcción conjunta del conocimiento, que adquiere mayor valor cuando es compartido. Crece el aprendizaje, la visibilización de otros grupos en la sociedad y la aceptación de los mismos, produciéndose de este modo, un estado de encuentro mutuo, donde toma mayor importancia sus semejanzas e intereses comunes que lo que les aleja y enfrenta.

Tras la intervención se ha observado cómo el arte de acción y participativo nutre a la sociedad, crea unión, bienestar, sensaciones positivas y una enorme satisfacción en las personas que forman parte de él, e incluso, en las que únicamente son observadoras de este. Arte proactivo, que incide en la sociedad, que ayuda a una mejor construcción de las comunidades y del ser humano.