Bansky, The caveman, 2008. Los Angeles.

Se considera que es “por todas sabido”, aunque no seamos expertas en el tema, cuáles son los parámetros que han regido el arte (mayormente occidental) en cada época de la historia, prácticamente hasta el sigo XIX

Todas podemos reconocer una pintura del antiguo Egipto por sus características, evocar en nuestra memoria y situar (más o menos) en el tiempo y el espacio una obra como La Monalisa (1503 – 1519) o Las Meninas (1656). Podemos admitir la gran destreza técnica empleada por Miguel Ángel para realizar los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina (1508 – 1512) y admirar la indiscutible belleza de la Victoria de Samotracia, datada hacia comienzos del siglo II antes de Cristo. Pero, parece de “cultura general” que curiosamente el arte, así como su historia parecen acabar de golpe y porrazo a finales de siglo XIX. Por así decirlo, conocemos más detalles sobre las pinturas rupestres de Altamira que sobre las pinturas murales de Pejac o las imágenes comerciales, a pesar de que unas ocurrieron en un contexto hace 30.000 años y las otras nos rodean a diario de camino al trabajo.

Arte mural: Cuevas de Altamira, Cantabria. Paleolítico superior (30.000-9.000 a. C)
Arte mural: Pejac, Canvas, Cantabria. Siglo XXI, 2010

Si los valores y criterios más destacados que se tienen en torno al arte en general son de belleza, contemplación, admiración de la destreza técnica, similitud con la realidad, etc. del arte moderno o contemporáneo lo más común es la idea de absurdo, sin sentido, “eso lo hace mi hija” y un rotundo “no me gusta”.

Ruskin se refirió en cierta ocasión a un cuadro de Whistler diciendo que era “un bote de pintura arrojado al rostro del público”. A juzgar por sus respuestas a una encuesta realizada recientemente en Toronto (Canadá), puede decirse que el público ha recogido el bote de pintura y lo ha devuelto lanzándolo contra el rostro del pintor moderno. (Encuesta UNESCO, 1971.)

Pero, ¿qué sucede con el arte justamente desde finales de siglo XIX? Resulta evidente que los parámetros de lo que arte significa hasta el momento se alteran, pero poco se conoce a cerca de las motivaciones que se hallan detrás y el importante giro que suponen para el pensamiento y la sociedad. Trataremos de arrojar una particular visión sobre lo significativo que resultan los cambios de paradigma del arte para la concepción de una cultura y la opinión pública (y viceversa). Conocer el porqué de esta desestima y desorientación generalizada hacia el arte contemporáneo y finalmente, descubrir cómo se forja esta idea, a priori pretenciosa y disparatada, lema de tantos artistas y colectivos artísticos socio-educativos de hoy en día, de que – podemos cambiar el mundo, a través del arte-.

Willem Claesz Heda, Nature Morte, 1634.
Joachim Laporte, Nature Morte, 2006-2010.